El diputado José Mejía Lequerica. |
Solís
estructura su novela alrededor de la familia del comerciante D. Sebastián
Fernández Ederra, su esposa Dª. Catalina y sus hijos Manolo, Catalina y Chano.
El verdadero protagonista del relato es el menor de los hermanos, Chano Ederra,
quien se niega a aceptar continuar con el negocio familiar y, contra la
voluntad de sus padres, ingresa en el Colegio de Médicos gaditano. El joven
Ederra, además, se empeña alo largo de toda la novela en un amor imposible con
Isabel Grove, quien pese a corresponder a este afecto desde la infancia se
sacrifica y se somete a la voluntad paterna, casándose con el valiente y noble
militar Javier Bengoa.
Las Cortes de Cádiz en 1810 por Casado del Alisal. |
Alrededor
del eje Chano-Isabel que articula la novela, se desarrollan las historias
personales de los otros hermanos Ederra: el desgraciado matrimonio de Manolo
con una aristócrata madrileña, la oposición familiar a la unión entre Catalina
y Cayetano, prestigioso doctor de orígenes humildes.
La
evolución de estos amores se extiende notablemente a lo largo de las páginas de
la novela, creando la sensación de que el argumento avanza más por enredos
sentimentales que por circunstancias históricas.
En realidad, el título de la novela alude a la
conclusión que extrae Chano de la imposibilidad de que su padre acceda al
matrimonio de su hermana con Cayetano:
“-Él
pertenece a otro siglo. Es como otro mundo distinto el que él vive. En sus
tiempos se casaban los novios sin conocerse. Acataban las órdenes de los padres
como leyes inexorables. No admitirá nunca que Catalina elija un marido por ella
misma y, menos aún, que se marche de casa para contraer matrimonio sin su
permiso”.
En otro punto de la novela, Chano reflexiona de la
siguiente guisa:
“Él
pertenecía a una generación nueva que tenía que modificar muchas cosas ¿Por qué
los padres habían de buscar y designar el que había de ser el marido de sus
hijas?¿Es que un hombre y una mujer no conocen pos sí mismos la llamada del
amor? Chano vislumbraba la importancia de aquellos años que le habían tocado
vivir. La vida imponía unos nuevos derroteros. Se transformarían las costumbres
como ya lo había hecho la moda, como se trastocaba la manera de gobernarse los
pueblos”.
La promulgación de la Constitución de 1812 por Viniegra. |
El lenguaje de Ramón Solís es llano y directo, con
abundantes diálogos en lenguaje sencillo y actual, sin ningún intento de
reconstruir el habla popular gaditana. Las descripciones resultan previsibles
en su adjetivación: “….septiembre
dulcificaba ya el verano con sus atardeceres breves, sus ponientes fríos y sus
puestas de sol lánguidas y brumosas”.
Sin embargo, pese a estas limitaciones en su diseño
y en su lenguaje, Ramón Solís articula una potente historia humana en una
palpitante recreación del Cádiz de la época, en la que la acción se sitúa en los
más variados ambientes de la vida gaditana del momento: teatros, tertulias,
prensa, comercio, lazaretos, academias, cafés, ventas, aguaduchos, etc.
Asimismo, lo diversos sucesos históricos se hilvanan
de forma natural en el relato central de la novela: la batalla de Trafalgar, las
fortificaciones del sitio de Cádiz, el bombardeo de la ciudad, las
deliberaciones de las Cortes, las epidemias de peste, etc.
Junto a estas brillantes estampas históricas, circulan
personajes históricos del Cádiz de la época como la tertuliana Margarita de
Morla, el magistral Cabrera, etc. No faltan en la nómina de personajes
secundarios conocidos diputados como el asturiano Agustín Argüelles, el ecuatoriano José Mejía Lequerica, etc.
Igualmente, figuran en la novela representantes de
una joven generación literaria como José
Joaquín de Mora, Antonio Alcalá
Galiano, Francisco Martínez de la
Rosa, Bartolomé José Gallardo,
el futuro Duque de Rivas, etc.
Fuera de los protagonistas y del extenso catálogo
de figuras históricas, uno de los principales alicientes de la novela es la riqueza
de personajes que pueblan sus páginas: las figuras contrapuestas Juan Grove y
Rafael Núñez de la Vega (un hijo de afrancesado que expía las culpas de su
padre, un hijo de marqués en tratos de contrabando con los franceses), los
escasamente desarrollados Pepe Méndez y Fernando Tejada, el guerrillero
moribundo “el Tábiro”, el curandero “el Cosquillas”, etc.
A veces, estos personajes secundarios protagonizan
alguna de las estampas que componen el
libro, conformando así un breve relato interpolado en la narración principal.
Éste es el caso del diputado D. Cipriano Pradilla y la hilarante historia del
brillante discurso en las Cortes que estaba preparando y que, cuando llegó la
ocasión de pronunciarlo, nadie tuvo en cuenta por estar el asunto visto ya para
votación.
Otra divertida estampa la protagoniza el gobernador
de Cádiz, D. Cayetano Valdés, admirado ante el espejo por el flamante uniforme
que se dispone a lucir en la ceremonia de promulgación de la Constitución de
1812. Su esposa le recrimina: “Jamás me has comprado a mí un traje que valiera
la mitad de tu uniforme”. El día de la proclamación de la Pepa llovió
copiosamente en Cádiz y el traje del gobernador se estropeó con el agua, a lo
que su esposa observó:
“-Tu
uniforme no ha durado más que un día; esperemos que dure más la Constitución”.
D. Cayetano aquella noche “se durmió pensando en lo efímeras que son las
empresa humanas”.