Francisco Javier Mina en Londres. |
Con
su suicida expedición mexicana de 1817, el general navarro Francisco Javier Mina (1789-1817) habría de incorporar su nombre a
la gloriosa nómina de mártires del liberalismo español en tiempos del nefando
rey Fernando VII, en la que figuran otros militares víctimas del absolutismo
fernandino como Porlier, Lacy, Riego, Juan Martín el Empecinado, Torrijos, etc.
Suele
ser recordado nuestro héroe como “Mina el Mozo” para distinguirlo de su tío, el
también guerrillero y liberal navarro Francisco
Espoz y Mina (1781-1836).
Francisco
Javier (o Xavier) Mina inició su brillante carrera militar al frente de la
guerrilla navarra “el Corso” contra el invasor francés durante los primeros
años de la Guerra de la Independencia (1808-1810). Detenido en este último año
por las tropas napoleónicas, permaneció preso en tierras francesas hasta el
final de la contienda.
Mina, guerrillero contra el francés. |
El
joven Mina trabó conocimiento en Londres con el mexicano fray Servando Teresa de Mier, religioso que
había sido expulsado de México en 1801 por el arzobispo Alonso Núñez de Haro y que, posteriormente, había apoyado los
movimientos independentistas de las naciones americanas desde el diario
londinense de José María Blanco White,
“El
Español” (1810-1814).
Decidido
a continuar su lucha contra el absolutismo fernandino apoyando la causa
independentista mexicana, Mina organizó una expedición militar con el fin de
auxiliar a los insurgentes de la Nueva
España.
Con
una reducida división de unos 300 militares de diversas nacionalidades, Mina
desembarcó en Soto la Marina, en territorio mexicano, el 15 de abril de 1817.
Desde
este punto, Mina se internó en territorio controlado por el ejército realista,
a la búsqueda del contacto con las fuerzas insurgentes.
Tras
una serie alucinante de marchas, contramarchas, asedios, victorias, derrotas,
traiciones y sacrificios, Mina es finalmente preso en el rancho de “El
Venadito” y fusilado el 11 de noviembre de 1817.
Mina en el combate de San Juan de los Llanos. |
La
campaña de Mina resultó breve y de escasa trascendencia militar, aunque de gran
carga simbólica. Sin embargo, la aventura de Mina no ha encontrado un eco en
nuestra literatura a la altura de la trascendencia mítica del personaje.
El
poeta chileno Pablo Neruda
(1904-1973), por referir el ejemplo más conocido, dirigió a Mina el poema XXII
del ciclo “Los Libertadores” de su Canto
general (1950):
“Mina, de las vertientes montañosas
llegaste como un hilo de agua dura.
España clara, España transparente
te parió entre dolores, indomable,
y tienes la dureza luminosa
del agua torrencial de las montañas…”.
Por
su parte, el literato mexicano Martín Luis
Guzmán (1887-1976) dedicó a nuestro héroe su novela Mina el mozo: Héroe de Navarra (1932).
En
realidad, las referencias más abundantes a las andanzas de Mina pueden hallarse
en informes, memorias y crónicas del siglo XIX, algunas de ellas redactadas por
testigos directos de los hechos históricos narrados.
Mina (derecha) en un mural de Diego Rivera. |
El
referido autor americano Williams D. Robinson se documentó para su obra en las
memorias manuscritas del oficial inglés James
A. Brush, compañero de Mina en su Expedición famosa.
Estas
memorias directas de la aventura mexicana de Mina se titulaban originalmente Journal of the Expedition and Military
Operations of General Don Fr. X. Mina in Mexico , 1816-1817 y hubieron de
ser escritas hacia 1819.
La
serie de crónicas de la expedición del general navarro Francisco Xavier Mina
(1789-1817) a Méjico en 1817 constituyen
uno de los más claros ejemplos del desinterés de la prosa literaria española de
inicios del XIX por las convulsas circunstancias históricas contemporáneas.