10 de agosto de 2012

La expedición de Mina a México en 1817

Francisco Javier Mina en Londres.
   Con su suicida expedición mexicana de 1817, el general navarro Francisco Javier Mina (1789-1817) habría de incorporar su nombre a la gloriosa nómina de mártires del liberalismo español en tiempos del nefando rey Fernando VII, en la que figuran otros militares víctimas del absolutismo fernandino como Porlier, Lacy, Riego, Juan Martín el Empecinado, Torrijos, etc.

Suele ser recordado nuestro héroe como “Mina el Mozo” para distinguirlo de su tío, el también guerrillero y liberal navarro Francisco Espoz y Mina (1781-1836).

Francisco Javier (o Xavier) Mina inició su brillante carrera militar al frente de la guerrilla navarra “el Corso” contra el invasor francés durante los primeros años de la Guerra de la Independencia (1808-1810). Detenido en este último año por las tropas napoleónicas, permaneció preso en tierras francesas hasta el final de la contienda.

Mina, guerrillero contra el francés.
Concluida la guerra, en 1814, tras participar en un fallido pronunciamiento militar a favor de la restauración de la Constitución de 1812, hubo de marchar al exilio londinense.

El joven Mina trabó conocimiento en Londres con el mexicano fray Servando Teresa de Mier, religioso que había sido expulsado de México en 1801 por el arzobispo Alonso Núñez de Haro y que, posteriormente, había apoyado los movimientos independentistas de las naciones americanas desde el diario londinense de José María Blanco White, “El Español” (1810-1814).

Decidido a continuar su lucha contra el absolutismo fernandino apoyando la causa independentista mexicana, Mina organizó una expedición militar con el fin de auxiliar a los insurgentes  de la Nueva España.

Con una reducida división de unos 300 militares de diversas nacionalidades, Mina desembarcó en Soto la Marina, en territorio mexicano, el 15 de abril de 1817.

Desde este punto, Mina se internó en territorio controlado por el ejército realista, a la búsqueda del contacto con las fuerzas insurgentes.

Tras una serie alucinante de marchas, contramarchas, asedios, victorias, derrotas, traiciones y sacrificios, Mina es finalmente preso en el rancho de “El Venadito” y fusilado el 11 de noviembre de 1817.

Mina en el combate de San Juan de los Llanos.
El Virrey mexicano Juan Ruiz de Apodaca fue premiado por este servicio al rey con el título de “Conde de Venadito”.

La campaña de Mina resultó breve y de escasa trascendencia militar, aunque de gran carga simbólica. Sin embargo, la aventura de Mina no ha encontrado un eco en nuestra literatura a la altura de la trascendencia mítica del personaje.

El poeta chileno Pablo Neruda (1904-1973), por referir el ejemplo más conocido, dirigió a Mina el poema XXII del ciclo “Los Libertadores” de su Canto general (1950):

“Mina, de las vertientes montañosas
llegaste como un hilo de agua dura.
España clara, España transparente
te parió entre dolores, indomable,
y tienes la dureza luminosa
del agua torrencial de las montañas…”.

Por su parte, el literato mexicano Martín Luis Guzmán (1887-1976) dedicó a nuestro héroe su novela Mina el mozo: Héroe de Navarra (1932).

En realidad, las referencias más abundantes a las andanzas de Mina pueden hallarse en informes, memorias y crónicas del siglo XIX, algunas de ellas redactadas por testigos directos de los hechos históricos narrados.

Mina (derecha) en un mural de Diego Rivera.
Así, la primera narración de la Expedición de Mina fue publicada en 1820 por Williams Davis Robinson en una obra que habría de traducir José Joaquín de Mora (1783-1864) en Londres unos años después con el título de Memorias de la Revolución de Méjico y de la Expedición del General D. Francisco Javier Mina (1824).

El referido autor americano Williams D. Robinson se documentó para su obra en las memorias manuscritas del oficial inglés James A. Brush, compañero de Mina en su Expedición famosa.

Estas memorias directas de la aventura mexicana de Mina se titulaban originalmente Journal of the Expedition and Military Operations of General Don Fr. X. Mina in Mexico , 1816-1817 y hubieron de ser escritas hacia 1819.

La serie de crónicas de la expedición del general navarro Francisco Xavier Mina (1789-1817) a  Méjico en 1817 constituyen uno de los más claros ejemplos del desinterés de la prosa literaria española de inicios del XIX por las convulsas circunstancias históricas contemporáneas.