El 3 de mayo de 1808 (detalle). Goya. |
El sacrificio heroico madrileño, secundado por todo el alzamiento popular español, inició la etapa contemporánea de nuestra historia: la tortuosa andadura de un proyecto de nación moderna y liberal.
El levantamiento madrileño ha servido de tema para conocidas narraciones literarias: la “Carta duodécima” de las Letters from Spain (1822) de José María Blanco White (1775-1841), el tercer episodio nacional Del 19 de marzo al 2 de mayo (1875) de Galdós, etc. , hasta la reciente Un día de cólera (2007) de Arturo Pérez-Reverte (1951).
La carga de los mamelucos. Goya. |
El primer grupo de poetas representado estará compuesto por aquellos que vivieron personalmente la Guerra de la Independencia y escribieron sus versos en el fragor del combate: Juan Nicasio Gallego, Juan Bautista Arriaza, Cristóbal de Beña, Manuel José Quintana y un joven Duque de Rivas.
Vendrá, finalmente, cerrando esta nómina de poetas del siglo XIX, un tardío bardo del 2 de mayo, Bernardo López García, que compondría en 1866 su célebre “Oda al dos de mayo”:
“Oigo, patria, tu aflicción,
y escucho el triste concierto
que forman tocando a muerto,
la campana y el cañón”.
Los fusilamientos del 3 de mayo. Goya. |
“Él lo vio...Noche negra, luz de infierno...
Hedor de sangre y pólvora, gemidos...
Unos brazos abiertos, extendidos
en ese gesto de dolor eterno.
Una farola en tierra casi alumbra,
con un halo amarillo que horripila
de los fusiles la uniforme fila,
monótona y brutal en la penumbra.
Maldiciones, quejidos...Un instante
primero que la voz de mando suene,
un fraile muestra el implacable cielo.
Y en convulso montón agonizante,
a medio rematar, por tandas viene
la eterna carne de cañón al suelo.
Juan Nicasio Gallego. |
“Noche, lóbrega noche, eterno asilo
Del miserable que esquivando el sueño
Profundas penas en silencio gime…”.
Gallego fue testigo del 2 de mayo madrileño y escribió su poema en las fechas siguientes, ofreciéndonos, así, por momentos, un poético reportaje de los sucesos:
“Yo vi, yo vi su juventud florida
Correr inerme al huésped ominoso.
Mas ¿qué su generoso
Esfuerzo pudo? El pérfido caudillo
En quien su honor y su defensa fía
La condenó al cuchillo.
(…)
En balde, en balde gime
De los duros satélites en torno
La triste madre, la afligida esposa
Con doliente clamor: la pavorosa
Fatal descarga suena
Que a luto y llanto eterno las condena.
(…)
Con voz turbada y anhelante lloro
De su verdugo ante los pies se humilla
Tímida virgen de amargura llena;
Mas con furor de hiena,
Alzando el corvo alfanje damasquino,
Hiende su cuello el bárbaro asesino”.
Fusilamientos del 2 de mayo en el Prado. |
“Ya el duro peto y el arnés brillante
Visten los fuertes hijos de Pelayo.
Fuego arrojó su ruginoso acero:
¡Venganza y guerra! resonó en su tumba;
¡Venganza y guerra! repitió Moncayo;
Y al grito heroico que en los aires zumba
¡Venganza y guerra! claman Turia y Duero.
Guadalquivir guerrero
Alza al bélico son la regia frente”.
Concluye, finalmente, Gallego su elegía asegurando a las víctimas del 2 de mayo que la nación sabría dedicarles un “solemne y noble monumento”, que habría de convertirse en “altar eterno”:
“Donde todo español al monstruo jure
Rencor de muerte que en sus venas cunda
Y a cien generaciones se difunda”.
Juan Bautista Arriaza. |
“¡Día terrible, lleno de gloria,
lleno de sangre, lleno de horror!
Nunca te ocultes a la memoria
de los que tengan patria y honor”.
Arriaza describe con verbo grandilocuente el desigual duelo entre el pueblo madrileño y el ejército francés:
“El hueco bronce, asolador del mundo,
Al vil decreto se escuchó tronar:
Mas el puñal, que a los tiranos turba,
Aun más tremendo comenzó a brillar.
(…)
¡Ay, cómo viste tus alegres calles,
Tus anchas plazas, infeliz Madrid!
En fuego y humo parecer volcanes,
Y hacerse campos de sangrienta lid.”
Una vez sometido el noble impulso popular, llegó la terrible noche de ejecuciones sumarias y atroz represión, que Arriaza pinta en estos emotivos términos:
“Esos que veis, que maniatados llevan
Al bello Prado, que el placer formó,
Son los primeros corazones grandes,
En que su fuego libertad prendió:
Vedlos cuán firmes a la muerte marchan
Y el noble ejemplo de morir nos dan;
Sus cuerpos yacen en sangrienta pira,
Sus almas libres al Empíreo van”.
Fusilamientos del 2 de mayo en Príncipe Pío. |
Siguiendo el orden cronológico de las composiciones, el tercer poeta de esta selección ha de ser el madrileño Cristóbal de Beña (1777-1833), quien imprimió La lyra de la libertad, colección de poesías patrióticas, en Londres en 1813.
En este poemario, entre vibrantes y exaltadas composiciones de marcado carácter patriótico y liberal, figura su canción “Memoria del dos de mayo”, donde alaba el ardor bélico del pueblo madrileño contra el opresor, a la vez que describe el fragor del combate en muy coloridos versos decasílabos:
“Se redoblan los golpes y heridas;
más y más el estrépito crece,
y allá dejan las ínclitas vidas
los que en oro su nombre tendrán;
El tronar del cañón ensordece,
y arde el aire con rápido fuego,
y los bronces, aun cálidos, luego
nuevas muertes de sí lanzarán.
Todo es sangre y horrores y muerte,
todo es armas y bélico estruendo…”.
Muerte de Luis Daoiz. |
“Ni una vez encendido se apaga
el volcán de esta cólera justa,
y si a esclavos un Déspota asusta
teme a un pueblo que corre a la lid”.
Manuel José Quintana. |
En la última composición citada, Quintana se refería al Motín de Aranjuez de marzo de 1808 y, en sus versos, lanzaba ya, días antes de que se encendiese la mecha del 2 de mayo, el grito de guerra contra el invasor: “¡Guerra, nombre tremendo, ahora sublime / Único asilo y sacrosanto escudo / Al ímpetu sañudo / Del fiero Atila que a occidente oprime!”.
La Insurrección. Mayo de 1808. Corbis. |
“No hay majestad para quien vive esclava;
Ya la espada homicida
En mí sus filos ensayó primero.
Allí cayó mi juventud sin vida:
Yo, atada al yugo bárbaro de acero,
Exánime suspiro”.
Replica a esto el poeta pidiendo a Madrid que se sienta satisfecha con su contribución en el campo de batalla ya que:
“…es fama que las víctimas de Mayo
Lívidas por el aire aparecían;
Que a su alarido horrendo
Las francesas falanges se aterraban;
Y ellas, su sangre con placer bebiendo,
El ansia de venganza al fin saciaban”.
Duque de Rivas. |
“¡Ah! Las alevosías
De pérfidos tiranos
Despiertan y dan temple a las naciones.
Al fin los corazones
Se cansan de gemir, cobran las manos
Fuerza entre las cadenas y el despecho
Da arrojo y furia al ofendido pecho”.
Levantamiento de las provincias españolas contra Napoleón. |
“(…) no importa que furiosa
En Mantua congojosa
Abras de sangre cálida un torrente,
Pues tu crueldad produce patriotismo,
Virtudes, libertad y alto heroísmo”.
Otros conocidos poetas que vivieron la guerra de la Independencia dedicaron versos al 2 de mayo. Por ejemplo, el salmantino Francisco Sánchez Barbero (1764-1819) en su extenso poema “La invasión francesa en 1808”escribió:
“¡Oh día dos de mayo,
día de horror! Jamás, jamás la lumbre
del padre de las luces te amanezca;
maldígate el mortal y se estremezca;
maldígate el que mora
del quieto empíreo la estrellada cumbre…”
Antonio Alcalá Galiano. |
“No faltaban composiciones poéticas. Primero vieron la luz las dos odas de Quintana a España libre. (…) Otra composición salió a luz que disputó a las de Quintana la palma, y aun se la arrebató, en sentir de muchos jueces, debiendo, en razón, sólo compartirla, por ser inferior en fuerza de fantasía, y sólo igual, por otro lado, en el sentimiento, aunque superior en la corrección y en la admirable construcción del período poético a la del ya un tanto antiguo y célebre poeta. Todos entenderán que hablo aquí de la elegía, o lo que sea, sobre el suceso del Dos de Mayo, cuyo autor, don Juan Nicasio Gallego (…) se había dado a conocer sólo por una buena oda a la reconquista de Buenos Aires. (…) Hubo, además, una inundación de versos patrióticos, o medianos o malos. (…) También se tentó hacer versos para cantarlos. (…) Arriaza escribió el himno llamado de las provincias, que tiene muy bellas estrofas; y el famoso guitarrista Zor le puso música, pero con poca fortuna en punto a hacerle correr entre las gentes”.
[i] Unos años después, en 1812, Gallego escribió una “Canción para el aniversario del dos de mayo”, que fue musicada por Mariano Ledesma. Comenzaba dirigiéndose a las víctimas del 2 de mayo con estos versos: “Miradnos, sacros Manes, / Gemir en triste coro / La faz bañada en lloro / Y el alma en odio y hiel. / Mas sangre en vez de llanto / se os debe por tributo; / Y en vez de adelfa y luto / Trofeos y laurel”. Concluía deseando a los invasores franceses lo siguiente: “En tanto a sus verdugos / Persiga en triste sueño / Del Prado madrileño / Espectro aterrador. / Sangrienta el agua beban, / Sangriento el cielo miren, / y en sangre al cabo expiren / Por hierro vengador”.