Fusilamiento de Torrijos (detalle). |
Se trata de dos novelas independientes aunque con un similar planteamiento de memorias íntimas, con un mismo estilo lírico y reflexivo y, también, por supuesto, con un común designio de homenajear a ambos mártires de la libertad española.
Hace ya años que había leído la primera pero hasta hace pocas fechas no había tenido ocasión de leer la segunda de estas novelas.
José Esteban Gonzalo. |
Estas supuestas memorias de José María Blanco-White (1775-1841) están fechadas hacia el final de los días de su imaginario autor y parten de su necesidad de recordar a los emigrados liberales españoles que había tenido oportunidad de conocer unos años atrás. De esta forma, Blanco-White pretende dirigirse, ya en los últimos años de su existencia, por última vez a sus paisanos, reconciliándose así con la lengua española, que había dejado de cultivar desde su exilio:
José María Blanco-White. |
Pero al ver ahora, en el recuerdo, esta desgraciada cuan hermosa lengua, al escucharla de nuevo en boca de mis desgraciados compatriotas, volvió a parecerme hermosa. Porque supe entonces comprender que lo mismo que había sido portadora de inquisiciones sin cuento, también lo había sido, y ahora lo podía ver en mi propia alma, la que había errado por el mundo; la que había sabido expresar, también, desgracias y tragedias sin fin y la que en sus dulces poesías había sabido, también, llegar hasta el fin de la desesperación contra la injusticia”.
José María de Torrijos. |
El segundo libro o segunda parte de nuestra novela se titula “El diario de Torrijos” y, de nuevo, Blanco-White se dirige brevemente al lector para presentar la transcripción de un valioso manuscrito, llegado a sus manos por misterioso conducto.
Al igual que en la primera parte de la novela, el estilo de este diario es más reflexivo y lírico que narrativo. A lo largo de sus notas, Torrijos se nos presenta como infatigable enemigo del bárbaro absolutismo y ardoroso partidario de la libertad y prosperidad españolas. En referencia a las incursiones de Espoz y Mina y otros liberales por el norte de España a finales de 1830, señala lo siguiente:
José María de Torrijos. |
Todo lo que acierta José Esteban en la documentación histórica de la obra y en la recreación psicológica de sus dos protagonistas, Blanco-White y Torrijos, sin embargo, todo eso mismo adolece su novela como narración de una serie de apasionantes sucesos.
Realmente, el propósito fundamental del autor no es relatar los hechos sino dar voz a sendos personajes históricos y guiar al lector por los motivos e ideales de ambos.
José María de Torrijos. |
En marzo de 1831, recuerda el diario el fracaso de la intentona liberal de Manzanares, la dispersión y huída de sus hombres… La suerte del propio Manzanares es contada en los siguientes términos:
El Peñón de Gibraltar en 1810. |
De esta guisa, el final de la novela se convierte en un documentado y emocionante reportaje del precipitado desembarco de Torrijos y sus compañeros en la costa de Fuengirola, la traición de que son objeto, su persecución por la sierra de Mijas, su captura en una alquería a unos veinte kilómetros de Málaga… hasta el fusilamiento de todos ellos en las playas malagueñas de San Andrés el 11 de diciembre de 1831.
Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga. Antonio Gisbert. 1888. |
Llegamos, así, al momento final y culminante de la aventura de estos desdichados, cuyo desenlace imagina Torrijos en las últimas líneas de su diario:
“Iremos caminando por la playa, que se extiende ondulada hasta el infinito, con cierta dificultad y con fatiga. Nos acompañará la curiosa y anhelante multitud. Sonarán los tambores. Los capuchinos irán a nuestro lado dándonos sus últimos consuelos. De súbito, se parará la comitiva. Un toque destemplado y agudo de corneta, nos dejará inmóviles en el punto en que vamos a ser sacrificados. Todos, olvidando a los frailes, iremos a ocupar nuestro último lugar entre los vivos. Nos erguiremos frente a los fusiles. Yo volveré a reclamar mi derecho a dar la voz ejecutoria de fuego. No hay presente otro mariscal. Pero mis verdugos volverán a negarme ese honor último que me corresponde. (…) Unos nos abrazaremos emocionados; otros se aislarán en su definitivo silencio. Los soldados nos irán agrupando para fusilarnos. Yo estrecharé las manos de mis compañeros, me adelantaré hacia el pelotón y cuando oiga el grito de ¡Fuego!, gritaré fuerte ¡VIVA LA LIBERTAD!, que es la última palabra que quiero oír en mi vida”. [ii]
Fusilamiento de Torrijos (detalle). |
Previamente, Torrijos ha escrito una carta de despedida a su esposa, cuyo texto se reproduce entre las notas de su fingido diario.
En realidad, existió esta histórica misiva, que fue recogida y publicada en la “Vida del General D. José María de Torrijos y Uriarte”, biografía escrita por la viuda de nuestro héroe, Luisa Carlota Sáenz de Viniegra:
“Málaga, convento de Nuestra Señora del Carmen el día 11 de Diciembre de 1831 y último de mi existencia.
Amadísima Luisa mía: Voy á morir, pero voy á morir como mueren los valientes. Sabes mis principios, conoces cuán firme he sido en ellos, y al ir a perecer pongo mi suerte en 1a misericordia da Dios, y estimo en poco los juicios que hagan las gentes. (…)
De la vida a la muerte hay un solo paso y ese voy a darlo sereno en el cuerpo y el espíritu. He pedido mandar yo mismo el fuego a la escolta: si lo consigo tendré un placer, y si no me lo conceden me someto á todo, y hágase la voluntad de Dios. Ten la satisfacción de que hasta mi último aliento te he amado con todo mi corazón. Considera que esta vida es mísera y pasagera y que por mucho que me sobrevivas, nos volveremos á juntar en la mansión de los justos á donde pronto espero ir, y donde sin duda te volverá á ver tu siempre hasta la muerte.- José María de Torrijos”.
José de Espronceda. |
¡Impresionante carta por su precisión, su dignidad, su serenidad…escrita en circunstancias tan extremas!
El momento de la inmolación de nuestro héroe fue objeto, posteriormente, del conocido soneto “A la muerte de Torrijos y sus compañeros” por José de Espronceda (1808-1842):
“Helos allí: junto a la mar bravía
cadáveres están ¡ay! los que fueron
honra del libre, y con su muerte dieron
almas al cielo, a España nombradía.
cadáveres están ¡ay! los que fueron
honra del libre, y con su muerte dieron
almas al cielo, a España nombradía.
Ansia de patria y libertad henchía
sus nobles pechos que jamás temieron,
y las costas de Málaga los vieron
cual sol de gloria en desdichado día.
Españoles, llorad; mas vuestro llanto
lágrimas de dolor y sangre sean,
sangre que ahogue a siervos y opresores,
y los viles tiranos con espanto
siempre delante amenazando vean
alzarse sus espectros vengadores”.
Las palabras de Espronceda no eran vana retórica, sino manifestaciones sinceras, vibrantes, de un expedicionario liberal en la fracasada campaña pirenaica de Espoz y Mina en 1830. Espronceda había figurado en el grupo de Joaquín de Pablo, “Chapalangarra”, y dedicó a la muerte de su jefe en una emboscada la elegía en donde dice aquellos versos:
“…Y vosotros, ¡oh nobles guerrerros!
de la patria sostén y esperanza,
abrasados en sed de venganza
odio eterno al tirano guardad…”
Enrique Gil y Carrasco. |
“…Costas del mar de Málaga encantada,
Si por vosotras algún día errante
Se extendiera mi vista desolada,
Se perdiera mi paso vacilante,
Arrodillado, con los ojos fijos,
Esa tumba sagrada adoraría,
Y la gigante sombra de Torrijos
Entre el sol del ocaso buscaría.
Paz, le dijera, a tu desierta losa;
Yo te cantara, y si laurel tuviera,
Yo dejaría su guirnalda hermosa
En la tranquila paz de esta ribera.
Mas, huésped de la bella Andalucía,
Cisne sin lago, bardo sin historia,
Mi perdido cantar empañaría
el rutilante sol de tu alta gloria”.
L'Espagne et Torrijos. Auguste Raffet. 1835. |
¡Qué episodio tan heroico, novelesco y apasionante de nuestra historia! Merecerían ser los versos de Espronceda el verdadero himno de los patriotas y las últimas palabras de Torrijos el supremo lema de nuestra lengua. ¡Viva la libertad!
[i] A estos sucesos se refiere el absolutista Felicísimo Carnicero en el episodio “Los Apostólicos” de la segunda serie de Los Episodios Nacionales de Galdós: capítulo XX: «¡Bomba, señora! La trapisonda de Andalucía ha terminado. Los marinos que se sublevaron en San Fernando están ya fusilados y el bribón de Manzanares, que desembarcó con unos cuantos tunantes, ha perecido también. ¡Si no hay sahumerio como la pólvora para limpiar un reino! Que desembarquen más si quieren. El Gobierno se ha preparado, arma al brazo. Ahora, vengan pillos» (Capítulo XX).
[ii] La viuda de nuestro general, en la biografía de su marido, relataría así los instantes fatales del fusilamiento de Torrijos y sus compañeros: “Marchó al punto preparado para el sacrificio con esa misma serenidad que había presentado en el campo de las lides. Siguió con paso firme el de su escolta, imitado en su valor por los que le seguían. Llegaron al sitio fatal… La tiranía, bajamente envidiosa y cobardemente avara de toda gloria para con su victima, no le permitió mandar el fuego y recibir la descarga sin vendarle los ojos, única gracia que mi esposo se había permitido pedir. Se manifestó urbanamente agradecido a su confesor: dio á conocer su satisfacción por la conformidad y entereza de sus compañeros, y saludando con estos el objeto de todos sus afanes y la causa que le había empeñado en este mismo sacrificio, con un enérgico VIVA LA LIBERTAD, cayó mi esposo, y cayeron todos sus 52 compañeros á los mortales rayos lanzados á la voz de la perfidia, por orden de la airada y sangrienta tiranía”.
[iii] En una litografía de época se dedicaban estos versos a Torrijos: “En cuerpo tan dispuesto, / en armas tan mañoso, / en ánimo tan esforzado, / en juicio tan delicado, / en condición tan bien quisto / y en edad tan mozo, / peleó y murió por la libertad / como caballero y como cristiano”.